El Real Madrid ha activado el modo avión y no tiene pinta de que vaya a quitarlo hasta final de temporada. El equipo de Ancelotti, que hizo cinco cambios en el once, no dio opción a un Celta decepcionante en un partido solvente y serio. Asensio abrió el marcador y lo cerró Militao, con un golazo imponente de cabeza. Los blancos, que se acuestan a ocho puntos del Barça, llegan lanzados al tramo decisivo de la temporada con la final de Copa y la semifinal de Champions ante el City a la vuelta de la esquina.
Era otro partido de exhibición para el Real Madrid y Ancelotti lo sabía. La Liga se ha convertido en el entrenamiento con público de los blancos para preparar la final de Copa y la Champions. Tocaba rotar y Carletto rotó. Es previsible como el batacazo electoral del PSOE, pero siempre conviene confirmar. Frente al Celta faltaban cinco de los diez jugadores de campo que jugaron en Stamford Bridge.
No estaba Alaba, que esta temporada es un fijo discontinuo entre lesión y lesión. Tampoco Carvajal, reservado sólo para los partidos VIP, ni los viejos Kroos y Modric ni el joven Rodrygo, que cada día tiene más cara de Vinicius. El once inicial del Real Madrid se refundaba con gente de nivel como Rüdiger, Nacho, Ceballos y Asensio, todos campeones de Europa sin ir más lejos. Recomponía el once Ancelotti y lo integraba por Courtois; Nacho, Militao, Rüdiger, Camavinga; Tchouaméni, Valverde, Ceballos; Asensio, Vinicius y Benzema.
Enfrente el Celta de Gabri Veiga. Todas las miradas en ese muchacho que tiene el físico de Gavi, el talento de Pedri y el gol de Fede Valverde. Y que, si el Real Madrid no lo remedia, va a acabar en la Premier. Y todo con el césped del Bernabéu más pisado que el suelo del festival de Benicasim. Un patatal hasta peligroso para jugar al fútbol.
Real Madrid y Celta salieron con vértigo y descaro. Ambos equipos, talentosos y valientes, se atacaban en un interminable intercambio de golpes. Sin consecuencias en las áreas, pero con una particular pasarela de talentos. Quiebros de Ceballos, fintas de Veiga, ruletas de Camavinga, desmarques de Iago Aspas… Muchos fuegos de artificio. En un césped, insisto, criminal obras mediante.
Del vértigo al tedio
Caían los minutos pero no las ocasiones. El Real Madrid lo fiaba todo a la inspiración de los meritorios Ceballos y Asensio, porque Vinicius y Benzema estaban en servicios mínimos. El Celta, superado el empuje inicial, decidió reorganizarse y replegar filas. El partido decayó.
Un disparo de Asensio en el 21, que tocó en Unai Núñez, se envenenó y lamió por fuera el travesaño de Iván Villar. El Real Madrid había empezado a cambiar de marcha. De segunda a tercera, no se vayan a creer. Pero le bastó para encerrar al Celta en su campo y que sus mejores futbolistas comenzaran a exhibirse. Sobre todo un Vinicius que desquició a la zaga celeste.
Justo a la media hora Mateu, siempre locuaz y simpático, perdonó una amarilla clamorosa a Tapia por un empujó alevoso a Vinicius en la frontal del área. El penalti con barrera lo ejecutó Benzema y lo ejecutó mal. Flojito y a la barrera. El Real Madrid seguía avisando y cocinando el gol a baja temperatura como un cocinero moderno.
Resistía el Celta porque el equipo Ancelotti es bizco de la banda derecha. Basta con tapar a Vinicius para capar al Real Madrid. Pero tapar a Vinicius a veces (muchas) es misión imposible. El brasileño corrió a un pase de Ceballos, de esos que sólo dan los elegidos, corrió y corrió. Vini levantó un instante la cabeza y vio la llegada de Asensio. Estaba cantado: zas, gol de Marco, que donde pone el ojo pone la pelota.
Golazo de Militao
Con el gol de Marco Asensio el Real Madrid echó el telón a una primera parte en la que el Celta fue de más a menos, igual que el talentoso Gabri Veiga, que apenas dejó gotitas de su enorme clase. Nos fuimos al entreacto del que regresamos con un cambio en los visitantes: Cervi por Solari. Y del que regresamos con un golazo de cabeza de Militao en un salto imponente a la salida de un córner que botó magistralmente Asensio.
El Real Madrid pasaportaba el partido nada más comenzar el segundo tiempo. La mejor noticia para jugar en un césped infame y peligroso para la integridad física de los futbolistas. El Celta trató de maquillar el resultado y el Madrid descansó. Pasaron los minutos hasta que a la hora de partido un Benzema perezoso desperdició el 3-0 en un remate en boca de gol que sacó Villar con los pies.
Ancelotti dejó pasar el tiempo hasta que sonó la alarma de su Nokia en el 75. Minuto 75, no año 1975. Fue entonces cuando sacó a Lucas Vázquez por Marco Asensio. Antes el Real Madrid había dado síntomas de su dominio abrumador en el juego frente a un Celta desarmado. Pero Carletto no estaba por la labor de quitar ni a Vinicius ni a Benzema.
En el 76 salió en plano Courtois para hacer la parada nuestra de cada día al sacar con su mano elástica un mano a mano ante Iago Aspas. El belga no es un portero, es un ángel de la guarda. En el 80, así a lo loco, hizo Ancelotti dos cambios más: Modric y Rodrygo por Ceballos y Vinicius. Eran ya los minutos de la basura y ambos equipos lo sabían.
Real Madrid y Celta dejaron pasar el tiempo hasta el final sin que ocurrieran cosas grandes… ni pequeñas. El equipo de Ancelotti logró una victoria amable y cómoda que le hace pasar la noche a unos ficticios ocho puntos del Barcelona que recibirá este domingo, con el sol en todo lo alto, al Atlético de Simeone. Y como ganen los rojiblancos, lo mismo tenemos hasta emoción en la Liga. Quién sabe.